Ningún sistema político (sea de izquierda, centro o derecha) puede cambiar un país de la noche a la mañana. Los cambios se logran a través del esfuerzo colectivo, de perseverancia, visión de futuro y ejemplo ideológico.
La izquierda mexicana, representada por MORENA, partido en el poder, está contaminado por expriistas, expanistas y otros, que en su mayoría no salieron de sus antiguos partidos por razones de rectificación política o por su brillantez ideológica; sino por resentimientos, por no encontrar respuesta a sus ambiciones o a su apetito de poder, ese que debería ser partidario de integración política para fomentar el Estado de derecho y el bienestar ciudadano. Tal sería el caso de MANUEL BARTLET, QUIRINO ORDAZ COPPEL y otros tantos personajes que tiempo atrás desgarraban sus vestiduras por el PRIAN.
El Congreso Legislativo, tanto federal como local, debe ser la voz y representación de la sociedad, no propiedad del partido en el poder ni concesión de fracciones parlamentarias de MORENA, PRI, PAN, PT, PRD, VERDE, MC, etc. Partidos que solo buscan proteger sus intereses grupales sin que importen los intereses del pueblo que representan.
La democracia debe avanzar para impedir que el país siga siendo víctima de la embriaguez del poder; para evitar que lleguen al poder hombres o mujeres sin la capacidad ni la honestidad suficiente para un cargo público de tal magnitud. El poder no debe estar en las manos de un solo hombre ni en el cenáculo de un grupito, como sucede en la actualidad. El poder absoluto corrompe a cualquiera.
En su gran mayoría, los presidentes que ha tenido México han conseguido subordinar al poder legislativo. La gran mayoría de los legisladores han actuado como militantes del partido en el poder, del cual el presidente es el jefe, y a través de la disciplina aprueban las medidas que el ejecutivo desea; en el poder judicial, la voz del presidente también ha sido escuchada y acatada. Por ello AMLO ha tratado de someter al poder judicial, y al no lograrlo, desapareció por decreto 13 fideicomisos y busca que la elección de magistrados sea a través del voto popular, donde tiene las condiciones de lograr su cometido.
El hecho de que el presidente AMLO haya decidido las candidaturas de MORENA para el 2024, le brindó la oportunidad de designar a CLAUDIA SHEINBAM como su posible sucesora; además, tiene el poder suficiente para palomear candidaturas de su partido a gubernaturas, senadurías y diputaciones federales. Facultades situadas más allá del marco constitucional y difíciles de aceptar en otros países democráticos.
Las alianzas políticas conformadas por el PRI-PAN-PRD y la de Morena-PT-Verde Ecologista, están repletas de grandes intereses, repartos, ambiciones y disputas; no es lo que una democracia exige para elevar el nivel de vida política, para corresponder a las expectativas de justicia y de buen gobierno que un pueblo tiene, sino que es una sustitución de grupos de poder donde al final todo queda en las mismas manos, para que todo siga igual.
Movimiento Ciudadano de DANTE DELGADO, utiliza como carnada política-electoral al Gobernador de Nuevo León, SAMUEL GARCIA, para obligar a MARCELO EBRARD a que se defina ¿Dónde está el cambio generacional? ¿Dónde están las nuevas caras de la política, dónde el rumbo de la nación y la congruencia de los partidos?
El panorama político por venir es incierto, la multitud de fuerzas, de cacicazgos políticos y poderes fácticos existentes en el territorio nacional, hacen que la elección del 2024 se llene de intereses. Unos luchando por mantener el poder y otros buscando su remplazo. Por lo pronto hay que estar alertas como sociedad para valorar que tan limpias son las intenciones de unos y otros, que tan dignos de considerarse son los compromisos de los distintos partidos y sus futuros candidatos, sin descuidar la congruencia de lo que se dice y se hace.