México es un país con grandes recursos naturales, sin embargo, en los últimos años su desarrollo se ha visto mermado por el clima de inseguridad, por politiquerías, por la falta de confianza en la inversión externa, etc. Países como Japón y Alemania que poseen menos recursos naturales, una creciente necesidad de importación de energéticos y un mayor número de habitantes por kilómetro cuadrado, ofrecen un mejor nivel de vida a sus habitantes, mientras que en México cada vez desciende más el nivel de vida de su población.
Nos hace falta educación, orden, tolerancia, dirección y lo que llaman los sociólogos “el virus del progreso”, es decir, el anhelo de ser mejores. Existen diferentes factores que, junto con el humano, han sido la causa de mantener a nuestro país en el atraso. México tuvo la oportunidad de tener un mayor crecimiento económico ante la abundancia de petróleo, sus ricos valles, costas, clima, agua, bosques y minerales, pero no fue así.
Las políticas gubernamentales, lejos de fomentar el progreso y el deseo de mejorar lo han frenado. Pesados impuestos, trabas burocráticas, corrupción y mala planeación son un verdadero obstáculo para su desarrollo. En concreto, se sigue fomentando el paternalismo y la irresponsabilidad en grandes sectores con el fin inmediato de controlarlos políticamente y hacer grandes negocios a la sombra de “la justa distribución de la riqueza”.
El mal de nuestro gobierno son las ocurrencias y las políticas erróneas adaptadas y dictadas por un solo hombre “el Presidente de la Republica”, que impone la agenda del día sin pensar que cualquier decisión que tome tiene consecuencias que tarde o temprano se pagan. Mientras estos problemas subsistan, aunque cambien los gobiernos, todo seguirá igual ante la falta de contrapesos y división de poderes.
Las principales causas del desempleo son las legislaciones laborales, los sindicatos y los salarios mínimos, donde es más difícil correr a un trabajador sindicalizado que a un hijo. Es notoria la ignorancia o el afán demagógico de quienes han elaborado la legislación de incremento al salario mínimo, pues pasan por alto que el nivel de vida de los trabajadores no mejorará aumentándoles el salario nominalmente, sino aumentando la producción. Tampoco es la mejor salida dar dinero en becas estudiantiles sin pedir esfuerzo educativo alguno.
Es frecuente oír o leer declaraciones de funcionarios públicos que afirman que todavía no llegamos a nuestra plena capacidad de endeudamiento o que México es uno de los mejores sujetos de crédito en el mundo. Normalmente los países utilizan gran parte de las divisas obtenidas en las exportaciones para comprar lo que necesitan del exterior. México, debido al exceso de endeudamiento externo, está condenado a trabajar y captar recursos fiscales para pagar lo que debe y no para mejorar su nivel de vida.
Si tanto quieren a México como lo pregonan gobernantes, candidatos a puestos de elección popular, dirigentes partidistas, legisladores y diversos sectores de la sociedad, deben aceptar y enfrentar la realidad que se vive en materia económica, salud, educación, rendición de cuentas, democracia, seguridad, etc. y juntos propongan soluciones a los problemas antes descritos, pensando en el México del futuro, no en el pasado, mucho menos en intereses grupales.
A pesar de que se diga lo contrario, la situación actual de México es crítica, ya son muchos los problemas acumulados. Es necesario hacer cambios radicales, bien planeados y cabildeados con la sociedad que se gobierna. La enfermedad es grave, el paciente está en terapia intensiva y ya no se puede curar con mentiras, populismo o calmantes. Es necesario una cirugía mayor para extraer el mal de raíz, de lo contrario el próximo gobierno que presida CLAUDIA SHEINBAUM, XOCHITL GALVEZ o cualquier otro, se enfrentará a un monstruo de mil cabezas dominado por el crimen organizado, por la pobreza, la impunidad, la falto de orden y castrado en democracia y derechos civiles.
No queremos ser pesimistas, somos realistas. Nuestra forma de aportar un granito de arena, es dar a conocer lo que opinamos sobre la situación de nuestro país, sin tomar partido ni mucho menos favorecer a candidato alguno. El futuro de México no depende de fuerzas extrañas ni del determinismo histórico, sino de las decisiones diarias de nuestros gobernantes y del valor y sensatez con que afrontemos como sociedad la situación que se vive. ¿O acaso habrá que esperar un milagro o que por decreto presidencial se genere el cambio añorado?