Desde el mismo día que inició su proyecto en busca de la candidatura por la presidencia de la república, el hoy presidente, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, se dijo inconforme por lo que se vivía en el país; casi se podría asegurar que su inconformidad era contra todo y contra todos aquellos que pensaran diferente a él. Hoy, a tres años de gobierno, surgen muchas interrogantes ¿Por qué avanza el crimen organizado?, ¿por qué la corrupción no se detiene?, ¿por qué ocupamos el cuarto lugar a nivel mundial en infectados por Covid?, ¿por qué la justicia es selectiva y sigue sin aplicarse como debe de ser?
Cierto que el presidente no es el único inconforme con los lastres que arrastra el país; también hay millones de mexicanos que están en desacuerdo ante el sinfín de problemas que impactan a la población. Es como si México estuviera a la espera de un milagro, de un mecenas reivindicador, justo y responsable, como luz de esperanza, pero realista y práctico en resultados de gobierno.
En el proceso electoral del 2018 al entonces candidato AMLO se le veía con curiosidad y escepticismo, pero en el fondo brillaba una luz de esperanza del hombre cansado de esperar, pero no de luchar. Tantos años en la lucha social le daban la experiencia necesaria para gobernar, decidido a terminar con abusos de poder, enfrentar la corrupción y la injusticia con bandera democrática.
Con AMLO, México enarbolaba la bandera de la justicia social, atrás quedaba el pasado de expresidentes a quienes se les dio poder y confianza, que aclamamos y nos defraudaron. La candidatura de LÓPEZ OBRADOR, fue una campaña llena de esperanzas por la cantidad de promesas que hizo. No hubo pueblo, por alejado e inhóspito que fuera, que quedara sin su respectiva ración de promesas, algunas descabelladas como la de acabar con la corrupción, lograr la paz anhelada y brindar salud y educación como los países del primer mundo.
Día tras día, aquel hombre que llegó para gobernar el país, sigue escuchando las quejas, dando recomendaciones y justificaciones, recorre el país, participa en su conferencia de prensa las mañaneras señalando la corrupción del pasado, los abusos de poder y buscando que cuaje su 4T. Con ello se marca una línea a seguir, se deja un reto a la sociedad quien tendrá que abandonar la indolencia, su falta de participación y exigir a un presidente que no se cansa de hablar, demoliendo con su mensaje a la clase política del pasado y “constructor” de instituciones carcomidas por la corrupción.
Los mexicanos deseamos que nuestros gobernantes nos hablen con crudeza de lo que realmente pasa en el país como la pandemia del covid-19, la corrupción del pasado y presente a la espera de que se castigue y no quede en pronunciamientos; se requieren resultados en materia de inseguridad pública e impunidad; y que en materia de educación, sin poses políticas y demagógicas, nos digan cómo estamos y que tenemos que hacer para lograr lo que se prometió en la campaña electoral.
Es tiempo de enfrentar la realidad en todos los sentidos, de aplicar correctivos que ayuden a mejorar. El líder piensa en sus gobernantes, no en cuidar su imagen, y para ello toma medidas aunque resulten dolorosas. México es un país que nos llena de orgullo, pero que requiere rumbo y un mejor destino. En el pasado fuimos saqueados, arrasados y victimas de malos gobiernos. Con la consulta popular realizada el día de ayer para enjuiciar a los expresidentes Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, se puso el dedo en la llaga como recordatorio de algo que ya sabíamos pues vivimos en un país donde el presidente es el rey y los ciudadanos sus lacayos. Una realidad negada por muchos años o que por conveniencia le dimos la espalda para justificar nuestra
indolencia, carencia y valemadrismo.
En estos gobiernos existieron cacicazgos políticos y económicos, de explotación, de rapiña, fraude, violación, robo, abusos de poder, atropellos a la ley y guerra. Hoy vamos de nuevo como si la consulta fuera oxígeno para dejar escapar nuestro coraje y frustración. Es tiempo de que se imponga el Estado de derecho, que sirva para promover un proceso de renovación nacional que responda a la propia transformación social con unidad y con ello se pueda cumplir lo que prometió AMLO como candidato presidencial.